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La dermatitis atópica en el bebé ha aumentado su presencia en los países más industrializados en los últimos años. Y es que los factores ambientales, como la contaminación, aceleran los episodios de máxima erupción. ¿Qué podemos hacer si nuestro hijo tiene dermatitis para preservar su bienestar?

LA DERMATITIS ATÓPICA ES CRÓNICA Y HEREDITARIA

Esta patología inflamatoria hace que las células epiteliales de la piel reaccionen de manera exagerada a los agentes ambientales (polvo, frío, calor, sudor, humedad, gérmenes...). Esta condición crónica y hereditaria de la piel despliega una serie de síntomas similares a los ocasionados por unos niveles elevados de inmunoglobulinas.

No debemos confundir la dermatitis atópica con la dermatitis alérgica por contacto, en la que determinados alérgenos activan la sintomatología al entrar en contacto con la piel.

El bebé atópico se ve inmerso en un círculo vicioso de picor-rascado-erupción-picor que se repite a intervalos, provocándole lesiones rojas, exudativas y costrosas al romperse las ampollas.

En un 60 % de los casos, la enfermedad se inicia en los 2 primeros meses de vida, desapareciendo en la adolescencia. No obstante, en un 25 % la dermatitis permanece durante la edad adulta en forma de placas liquenificadas que engrosan y excorian la piel.

Los signos de la dermatitis del bebé se localizan en las mejillas, mentón, orejas, cuero cabelludo, palmas de las manos y zonas de flexión (codo o rodillas). La zona del pañal es especialmente sensible por el exceso de humedad, maceración, oclusión, fricción, elevada temperatura y contacto con componentes que la favorecen presentes en la orina y heces.

Una vez cumplidos los 24 meses, el picor, enrojecimiento y descamación de la piel se concentran en el cuello, axilas, ingles, codos y rodillas.

Dermatitis atópica del bebé

¿POR QUÉ SE MANIFIESTA?

Aunque los dermatólogos desconocen la causa que la origina, sí se han identificado varios factores que aceleran la inflamación:

  • La genética. Diversos estudios han evidenciado la incidencia de los antecedentes familiares de fiebre del heno, asma, eccema o rinitis alérgica en su transmisión al bebé.
  • La edad de la madre. Cuanto mayor sea esta, mayor será la probabilidad.
  • Los climas fríos y húmedos, así como los cambios bruscos de temperatura.
  • La existencia de otras alergias (alimentarias, al polvo, polen, pelo de mascotas...).
  • El uso reiterado de lana y tejidos sintéticos (nylon...).
  • El sudor.
  • El estrés causado por enfermedades típicas (resfriados, gastroenteritis...) o ciertos acontecimientos (comienzo en el colegio, el nacimiento de un nuevo hermano...).

Dermatitis atópica del bebé

¿QUÉ TRATAMIENTO ES EL ADECUADO?

El dermatólogo ajustará el tratamiento a las particularidades de cada paciente con el propósito de reducir la intensidad de los síntomas y espaciar los brotes. 

En este sentido, los corticoides son los medicamentos más empleados, en ocasiones, simultaneados con los antihistamínicos orales para aprovechar, sinérgicamente, su efecto antipruriginoso y la somnolencia que producen.

Los inhibidores tópicos de la calcineurina, indicados para períodos cortos en mayores de 2 años, o los antibióticos, si existe infección por el rascado, son otros de los fármacos a los que se recurre para abordar las fases más críticas.

Al tratarse de una predisposición de la piel adquirida genéticamente, no es posible prevenirla. Eso sí, en las fases inactivas para preservar la calidad de vida del bebé tendremos que prestar atención a una serie de cuidados diarios y precauciones:

  • No abusar del agua y el jabón. Realizar baños cortos, cada 2 días con agua templada y un gel específico, de pH ácido.
  • Secar a golpecitos, sin frotar, utilizando toallas de algodón.
  • Mantener zona del pañal lo más seca posible, cambiando el pañal de manera frecuente.
  • Prescindir de los detergentes irritantes y las prendas que le queden ajustadas.
  • Optar por el calzado de tela o cuero y la ropa transpirable.
  • Mantener limpias y cortas sus uñas.
  • Aspirar el lugar de barrer y minimizar los objetos que acumulen polvo (alfombras, peluches...).
  • Ventilar la vivienda o utilizar deshumidificadores para regular la humedad ambiental.

Aunque la dermatitis atópica en el bebé es una enfermedad sin cura, estos consejos nos serán muy útiles para disfrutar de nuestro bebé sin sobresaltos.
 

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